miércoles, 23 de noviembre de 2011

16 enero 2010 El Periódico de Catalunya


16 gener 2010
Un altre article d’en Robert va estar publicat a “El Periódico de Catalunya”, on oferia la seva opinió sobre els moviments que s’estaven iniciant en l’interior de la banda terrorista ETA.
Una opinió valenta i al mateix temps contundent. Com es ell...

La lucha contra ETA
No hay que bajar la guardia  
La expulsión de algunos sanguinarios etarras puede dar lugar a una falsa imagen de optimismo

El pasado 7 de enero, un diario de tirada nacional publicaba un titular en el que se leía: Los más sanguinarios etarras de los años de plomo han sido expulsados de la banda. Un periódico puede leerse de dos maneras. Solo viendo los titulares o siguiendo todo el cuerpo de la información. Y en un periódico (ya sea impreso o digital) también se puede escribir de dos maneras: con o sin conocimiento de los datos Si estuviéramos hablando de temas poco importantes, podría excusarse el desconocimiento. Pero hablamos de terrorismo, uno de los temas que, por su impacto social, es más susceptible de estudio, revisión e incluso, por algunos, mala interpretación intencionada. Leer ese titular causaba cierta extrañeza. Mencionaba los años de plomo, frase que determina los duros años 70 y 80. Aquellos años en los que los atentados terroristas perpetrados por los asesinos etarras o por sus colegas del GRAPO o de grupúsculos de la extrema derecha eran noticia constante.

Las frías estadísticas muestran esa circunstancia, con el dato añadido de que, dependiendo de quién fuera la víctima, la información era más o menos amplia. Y el trabajo realizado durante más de 20 años por un reducido número de víctimas para asistir a la infinita mayoría de quienes sufrimos las consecuencias de las muertes o las incapacidades nos trae al recuerdo una serie interminable de agravios: homilías realizadas en la iglesia del pueblo a horas intempestivas, las salidas con el ataúd por la puerta trasera, los viajes de miles de kilómetros hasta llegar a las poblaciones de origen, las amenazas a familiares de los asesinados o a las víctimas heridas que osaban levantar la voz para advertir de nuestra existencia o lo que ahora se conoce como mobbing y que ya era costumbre destinada a destrozarnos la vida laboral o vecinal a un gran número de víctimas.

Ese titular no reflejaba la verdad, no presentaba una información veraz y no ofrecía datos contrastados. Ese titular podía llevar a confusión a muchos de los lectores que solo ven las letras grandes, pero también a los que leen el cuerpo de la información porque en la misma no se aclara absolutamente nada al respecto. Lo haremos desde aquí: ETA no ha expulsado a los más sanguinarios de sus miembros en los años 70 y 80. Solo a unos pocos. Ni tan solo a los que tienen más muertes en su macabra historia.

Ojalá todos y cada uno de esos asesinos se enfrentaran a sus respectivos jefes. Ojalá ETA reventara desde dentro. Ojalá ETA tuviera continuos enfrentamientos internos y eso sirviera para que nadie más sufra lo que muchos sufrimos. Sí es cierto que han sido expulsados algunos de los que atentaron en los años 70 y 80, como José Luis Urrusolo, Carmen Guisasola, Francisco Mújika o Kepa Picabea. Pero no fueron solo cuatro o cinco los etarras que atentaron en los años 70 y 80. Para desgracia de nuestro país y de miles de familias, fueron cientos y estos cientos no han sido expulsados de la banda terrorista.

Muchos de estos asesinos fueron causantes de más muertes que los anteriores: Rafael Caride, Mercedes Ernaga, Domingo Troitiño, Antonio Troitiño, Henri Parot, Jean Parot, Frederic Haramboure, Jacques Esnal, Belén Gonzalez, Idoia López, Dolores López, Ignacio Aracama… La lista es interminable. Y, por desgracia, estos asesinos todavía no han sido expulsados por mucho que un titular mal escrito y peor explicado pueda inducir a la confusión.

Hay que recordar que los expulsados de la banda terrorista ETA tendrán que cumplir toda la condena impuesta por la ley, aunque ahora trabajen en el economato de la cárcel o estudien una carrera que tardarán años en poder practicar.
Por eso, aunque unos pocos de los más sanguinarios miembros hayan sido expulsados, debemos mantener la guardia bien alta, esperando y deseando que sus enfrentamientos personales y personalistas nos regalen la destrucción de ese hatajo decriminales que han segado la vida a cientos de ciudadanos, que destrozaron el futuro a sus familiares o que nos hicieron pasar meses o años de baja médica y de posteriores secuelas de incapacidad a otros cientos.

Titulares como el comentado pueden dar una falsa imagen de optimismo o de que el camino que nos queda por recorrer es más corto. Pero a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado todavía les queda un arduo, duro y excelente trabajo por hacer. Como el que han hecho hace escasos días, como el que siempre han hecho.

* Expresidente de la Associació Catalana de Víctimes d’Organitzacions Terroristes (ACVOT).




















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