viernes, 15 de agosto de 2014

15 agosto 2014 El Mundo del Siglo XXI (opinion)

15 agosto 2014


El agente fue quien entregó el teléfono móvil al dueño del bar Faisán
Interior blinda la pensión del inspector del chivatazo
Prejubila a Ballesteros por su 'pérdida de condiciones psicofísicas'
Así evita los efectos de su inhabilitación por el Supremo





El Ministerio del Interior ha blindado la jubilación de uno de los policías condenados por el caso del chivatazo a ETA justo cuando debía ser expulsado. En concreto, la Dirección General de la Policía ha dado el visto bueno a la solicitud de pasar a situación de jubilación solicitada por el inspector José María Ballesteros. Este agente fue quien entregó el teléfono móvil a Joseba Elosua, dueño del bar Faisán, donde le alertaron de que iba a producirse una actuación policial contra el entramado de extorsión de ETA.
El chivatazo se produjo el 4 de mayo de 2006, cuando el Gobierno de Zapatero estaba en pleno proceso de diálogo con los etarras y el día en que el entonces líder del PNV, Josu Jon Imaz, iba a arropar al presidente del Gobierno en estas gestiones.
Este inspector presentó el 20 de julio un escrito de 11 folios ante el Ministerio de Justicia. Una petición de indulto en la que reconocía los hechos y aseguraba que el jefe superior de Policía del País Vasco nunca le explicó que la gestión que le encomendó era para dar un soplo a ETA.
"Me limito a cumplir un cometido policial, la orden de un superior; no sólo de un superior, sino del jefe superior de Policía del País Vasco, pero evidentemente sin conocimiento alguno del cometido", dijo José María Ballesteros en su escrito de 11 folios. La defensa del policía pidió a la Audiencia Nacional que suspendiera la ejecución de la condena hasta que el Gobierno se pronuncie sobre el indulto.
Según explicaron fuentes policiales, Ballesteros "causó baja médica del servicio" al día siguiente de presentar el escrito en Justicia, el 21 de julio; 11 días después de que el Supremo ratificara su condena. Ballesteros está destinado en la Jefatura Superior de Policía de La Rioja.
Una semana después, el 28 de ese mismo mes, el inspector entregó una instancia en el Registro General de la Policía en la que solicitaba la apertura de un procedimiento para su jubilación "por incapacidad permanente". Aportaba varios informes médicos. Al día siguiente, su instancia entró en el registro general de la División de Personal de la Policía, área competente para tramitar estas peticiones.
A partir de ese momento, según explicaron fuentes conocedoras del proceso, se iniciaron los trámites para estudiar la solicitud. Se remitieron copias de los informes médicos aportados por el inspector.
Al día siguiente, el día 30, con una celeridad destacable, el inspector fue recibido por el tribunal médico que tenía que evaluar los informes aportados y contrastarlos con su estado de salud. Ese mismo día, el tribunal dictaminó "la incapacidad total para desempeñar las funciones en la Policía Nacional" de este funcionario.
El día 1 de agosto se gestionó ya la "propuesta de jubilación". Los responsables de la decisión se basaron en la legislación sobre el empleado público y los decretos sobre clases pasivas del Estado.
El 4 de agosto, la decisión del tribunal médico llegó a la Jefatura Superior de Policía de La Rioja, donde la recibió el inspector afectado. Éste, tras no poner objeción alguna, la remitió a la Jefatura de Personal de la Policía, adonde llegó el 8 de agosto.
Cuatro días después, el 12 de agosto, el jefe de la División de Personal firmó la resolución por la que se concedía la situación de jubilación a Ballesteros "por incapacidad permanente".
En menos de un mes, Ballesteros pasó de estar de baja médica a jubilado. Un tiempo récord, según explicaron fuentes policiales que entienden que este proceso, en la gran mayoría de los casos, lleva una cadencia mucho más lenta. Se sorprenden de que esta celeridad, además, se haya podido llevar a cabo en pleno periodo estival.
Algunas fuentes cercanas al proceso apuntan la posibilidad de que Ballesteros causara baja en el momento en que le fue comunicada la sentencia firme por parte del Tribunal Supremo.
El Alto Tribunal avaló el pasado 10 de julio la condena impuesta por la Audiencia Nacional contra ambos funcionarios por un delito de revelación de secretos. Fueron condenados a un año y medio de prisión (que no cumplirán al no contar con antecedentes) y cuatro años de inhabilitación. Esta última pena conllevaba la expulsión inmediata del Cuerpo de la Policía una vez que la sentencia fuera firme, circunstancia que se produjo ya el citado 10 de julio pasado.
Sin embargo, fuentes de la Dirección General explicaron que esta sentencia aún no ha sido notificada, lo que supone que oficialmente la Policía Nacional no tiene acreditada la firmeza de la sentencia.
Sin embargo, el pronunciamiento del Alto Tribunal se produjo hace ya un mes. Tras conocerse, desde el Ministerio del Interior, se informó de que el departamento que dirige Jorge Fernández Díaz cumpliría con la legislación vigente en lo que afecta a las consecuencias aparejadas a las faltas y sanciones en las que incurren los agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Su conducta está regulada por la Ley Orgánica de Régimen Disciplinario del Cuerpo Nacional de Policía de 2010, el Código Penal y el Estatuto Básico del Empleado Público, que establece que «la pena principal o accesoria de inhabilitación absoluta, cuando hubiere adquirido firmeza la sentencia que la imponga, produce la pérdida de condición de funcionario».
La condena de inhabilitación supone, así, la inmediata expulsión del Cuerpo de los agentes, aunque es necesario que la sentencia sea firme. La firmeza se produce en el mismo momento en que es notificada.
El hecho de haber sido condenado en virtud de sentencia firme por un delito doloso está tipificado como falta muy grave y grave en el régimen disciplinario. Será muy grave cuando el ilícito esté relacionado con el servicio o cause grave daño a la Administración o a las personas, y tendrá carácter grave en el resto de casos.
"Cuando sea firme porque se han agotado los recursos a los que tengan derecho los interesados y los ejerzan, cuando ese fallo sea definitivo y se nos haya notificado, se cumplirá. Hasta que no llegue ese momento no vamos a tomar ninguna decisión en el Ministerio", dijo el ministro del Interior tras la sentencia de la Audiencia Nacional.
La decisión de Interior se produce después de que Ballesteros, que durante el toda la investigación y el juicio había negado haber dado el teléfono al dueño del Faisán aquel 4 de mayo de 2006, admitiera por fin que sí había sido él.
Según fuentes cercanas a las defensas de los condenados, a ambos se les abrió la puerta para solicitar esta jubilación antes de que el Supremo diera firmeza a la sentencia. Tan sólo Ballesteros, que dio un giro radical a su línea de defensa, apostó por esta vía. Enrique Pamies se negó a solicitarla.
La jubilación a policías inmersos en procedimientos judiciales antes de que las sentencias fuera firmes no es una novedad. De hecho, era una herramienta muy criticada por los policías al considerar que se había convertido en un mecanismo político para ayudar a los afines.
Ya en 2007, el Ministerio del Interior concedió la jubilación a otro comisario que fue condenado por detener a dos afiliados del PP a los que acusó de intentar agredir al que fuera ministro de Defensa José Bono, tras una manifestación de víctimas del terrorismo. La Justicia le condenó en primera instancia a cuatro años de cárcel por detención ilegal, al considerar que no había base alguna para ello. Antes de que la sentencia fuera firme, este comisario fue jubilado aduciendo los mismos motivos que ahora se han utilizado para jubilar a Ballesteros: alteración psicofísica.

Malestar de las víctimas

Dignidad y Justicia, la asociación liderada por Daniel Portero, se convirtió en el martillo acusador en este caso. La infatigable labor de su equipo letrado, liderado por Vanessa Santiago, permitió avanzar en muchas ocasiones cuando el camino se llenaba de obstáculos. Por eso, porque conoce todos esos obstáculos, Portero no se mostró ayer excesivamente sorprendido por la decisión sobre el condenado. «Me parece que la Dirección General de la Policía debería haber evitado la jubilación de un policía condenado por un asunto tan grave y doloroso para las víctimas del terrorismo», declaró a EL MUNDO. «Pretende lavar el nombre de la Policía en un asunto tan escabroso cometido en tiempos de Rodríguez Zapatero». Portero aseguró que Dignidad y Justicia tuvo conocimiento de esta iniciativa de la Policía a través del abogado de Ballesteros; «pero nunca pensamos que pudiera materializarse porque es una forma de evitarle la expulsión del Cuerpo policial, ya que está jubilado». «Lo increíble es que un Gobierno del PP se haya prestado a estos enjuagues que no demuestran más que el PSOE trasladó la pelota de la negociación con ETA a un PP que pensamos que atendía una herencia envenenada, pero queda claro que es mucho más», finalizó.


Opinión:

La información que presenta Fernando Lázaro da la oportunidad a recordar ciertas opiniones que he ido dejando en este blog y que, me consta, compartimos otras víctimas que llevamos media vida (o mas) en estos temas.
Para empezar, nuestra disconformidad en relación a la campaña que desde alguna asociación de víctimas se ha llevado, seguramente apoyando a otras siglas en esta caso políticas, contra dos policías que han tenido un gran protagonismo en la lucha antiterrorista, ergo final de la actividad terrorista de ETA. Que, con miembros de la Policía Nacional entre sus afiliados, existan asociaciones de víctimas dedicadas a atacar a policías que son ejemplos de “jugarse la vida por nuestra seguridad y bienestar” ha sido una circunstancia de la que siempre he querido desmarcarme.

Por otro lado, es curioso que al hablar del asunto Bono se haga la diferencia tratando aquella manifestación como de “víctimas del terrorismo” y al hablar del caso Faisán se hable de “malestar de LAS víctimas”. La realidad, por mucho que se empecine el periódico El Mundo es que no somos ”LAS” víctimas las que estamos molestas sino solo algunas siglas que dicen representarnos. Y ya puestos, algún día el amigo Fernando Lázaro podría explicar a muchos lectores a cuántas víctimas reconocidas como tales representa la AVT y la asociación de Daniel Porteto, Dignidad y Justicia.

Conste que he escrito que podría explicarlo a “muchos” lectores y no a “los” lectores, porque yo soy lector pero a mi no tiene nada que explicarme, porque tras 27 años de trabajo tengo la información que muchos no quieren publicar. Y a algunas otras víctimas o abogados que trabajaron para nosotros tampoco.


Y, rizando el rizo, también podrían explicar la extraña y surrealista situación que se presenta cuando hay asociaciones de víctimas que exigen la condena contra Pamies y Ballesteros mientras que otras piden el indulto sabiendo que muchas de esas víctimas constan en los listados de las asociaciones de en ambas opciones. ¿Quién las representa realmente?

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