lunes, 31 de agosto de 2015

26 agosto 2015 eldiario.es (opinión)

26 agosto 2015



"Es importante escuchar a las víctimas, pero no pueden marcar la línea política"









Javier Urra, psicólogo y profesor doctor de Psicología Jurídica, considera que "la reconciliación" en Euskadi "va por buen camino", pero recuerda que "una cosa es el borrón y cuenta nueva" y otra cosa "el perdón, que requiere de la otra parte comprensión, asunción de culpa y ponerse en el lugar del otro"
"Lo importante es que en el País Vasco y fuera del País Vasco se generen espacios de encuentro donde se escuchen los unos a los otros", afirma

Por tercer año consecutivo, Javier Urra, psicólogo y profesor de Psicología Jurídica, ha abordado el tema del perdón en los Cursos de Verano de la UPV/EHU. Bajo el título 'El perdón y el olvido', Urra se ha referido a este término como "la excelencia del amor", y ha recordado que "perdonar es un lujo, no se puede obligar a perdonar a nadie".
Con esta premisa, Urra entiende que el proceso de reconciliación en Euskadi tras el terrorismo de ETA "va por buen camino", pero a su vez incide en que "una cosa es el borrón y cuenta nueva" y otra cosa "el perdón, que requiere de la otra parte comprensión, asunción de culpa y ponerse en el lugar del otro". El psicólogo aplaude que "en una sociedad en la que la víctima era una gran olvidada, por fin se les escuche", pero apunta que estas "no pueden marcar la línea política ni jurídica".

Últimamente se habla mucho del perdón, de la necesidad de pedir perdón y de perdonar ¿cree que es posible?
Lo primero que hay que entender es que es perdón, que es una palabra hebrea que quiere decir útero, expresa la idea es volver a nacer. Es decir, que la sombra del pasado no ensombrezca el futuro. Otra idea importante es que el perdón es un acto voluntario. Por lo tanto no exigible, es un acto íntimo. Podemos perdonar, pero si nos esforzamos en ello. Y sin embargo olvidar es otro concepto. Hay gente que no puede olvidar, ya no depende de la voluntad de uno. Es más, yo creo que a veces hay que perdonar, pero no se debe de olvidar.

En el caso de Euskadi, tras el fin del terrorismo ¿cree que se están dando pasos hacia el perdón y la reconciliación?
Yo creo aquí se están haciendo las cosas razonablemente bien. Lo importante es que en el País Vasco y fuera del País Vasco se generen espacios de encuentro, ámbitos donde se escuchen los unos a los otros. Quizá no para buscar una perfecta reconciliación, pero si para buscar un encuentro. Esto va a requerir tiempo, pero que va bien encaminado.
Una cosa es el borrón y cuenta nueva, otra cosa es la decisión del poder de decir “vamos a olvidar”, y otra cosa es el perdón, que requiere comprensión, conciencia, asunción de culpa, visualización del otro y ponerse en el lugar del otro. Por eso creo que aquí hay que trabajar mucho con el tiempo. Lo primero es convivir. Creo que eso se está dando desde el momento que no hay atentados, no hay secuestros, que no hay torturas por parte de la policía. En el momento que eso se paraliza, ha habido algunos presos que han perdido perdón. Pero una cosa es el perdón y otra cosa es la justicia. La víctima puede perdonar, pero la justicia debe seguir con su proceso. Pero es importante para la ciudadanía ese arrepentimiento y generar una expectativa de futuro para nuestros hijos. En una sociedad en la que la víctima era la gran olvidada, es muy bueno escuchar a la víctima, pero tampoco creo que la víctima tenga que marcar la línea de futuro jurídica y política.

El perdón y el olvido se trata de diferente manera si hablamos del terrorismo de ETA o de la Memoria Histórica y la Guerra Civil ¿cree que los partidos políticos utilizan el perdón para sus intereses?
Yo creo que la historia siempre es manipulada y todo el mundo cuenta la historia para resaltar sus valores. Me da la impresión que una cosa fue la Guerra Civil, otra cosa fue lo que aconteció posteriormente, y otra cosa es ETA. El problema de ETA es que ha sido un grupo absolutamente totalitario, y que ha utilizado la violencia, ha secuestrado, ha matado… eso es terrible. Uno puede defender sus derechos, sus creencias, su independencia… pero el problema es confundir el derecho universal con el derecho individual. Posiblemente los ideólogos de ETA han planteado que hay derechos universales: "nuestra libertad, nuestro pueblo, nuestra causa…", por encima del derecho personal, y eso es lo peligroso. La dignidad de la persona a título individual es lo esencial.

¿Cree que la sociedad ha tardado en dar los pasos hacia la convivencia?
No lo sé. Lo que ocurre es que la respuesta al miedo es muy terrible. Lo importante es hablar, conocer y escuchar al otro. Eso no quiere decir reconciliar, porque hablamos igual para no llegar a ningún acuerdo, pero nos sentamos en la misma mesa. Me parece que en Euskadi se va abriendo el cielo desde un pasado muy doloroso. La ciudadanía necesita tiempo para hallar la respuesta, pero creo que desde luego se va por el buen camino.

Las últimas semanas ha habido polémica y diferencia de opiniones sobre la presencia o no de miembros de EH Bildu en homenajes a víctimas de ETA ¿cuál es su opinión?
Yo la resistencia de las víctimas la entiendo, porque hay mucho dolor, porque pueden pensar que sentarse a la misma mesa o reunirse en una misma manifestación puede generar un sentimiento de impunidad. Y esto es muy respetable porque estamos hablando de sentimientos profundos de gente que va a sufrir el resto de su vida. Dicho eso, todo acercamiento, todo arrepentimiento, todo reconocimiento, todo compartir, me parece que va en muy buena dirección.

Opinión:

Coincido plenamente con el titular. El hecho de ser víctima del terrorismo no me da derecho a querer marcar la línea política a los políticos ni judicial a los jueces. Siempre he defendido el derecho, incluido el mío, a opinar e incluso he participado en numerosas reuniones con políticos y otros tipos de profesionales con el fin de colaborar en la consecución de mejoras legales y sociales para el colectivo. En algunas ocasiones consiguiendo mejoras para ese grupo de ignorantes especialistas en aprovecharse del trabajo ajeno y venderlo como propio.
Con suerte, cada vez son más a los que se van descubriendo sus miserias en el camino.



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