jueves, 17 de marzo de 2016

17 marzo 2016 La Razón (opinión)

17 marzo 2016



¿Se deben emitir los vídeos del EI?
Angel Valle

El Estado Islámico tiene muy claro que su batalla contra occidente se gana, no sólo a través de las armas, sino en los medios de comunicación y las redes sociales. A través de los vídeos que difunde y de su presencia en Twitter o Facebook, ha conseguido que sus salvajes actos lleguen a miles de millones de personas con un trabajo audiovisual depurado y profesional, en el que no se deja nada al azar.
Y, para ello, cuenta con la complicidad de los propios medios de comunicación de su enemigo, pues en las filas del Estado Islámico saben que las grabaciones de sus atentados, sus ejecuciones o sus decapitaciones van a tener eco mediático.
Por este motivo, a principios de este año los responsables de la televisión pública francesa, apenas transcurridos un par de meses desde los atentados de París, decidieron no difundir ninguna imagen del Estado Islámico y explicárselo así a los periodistas de la cadena y a la audiencia: «No difundiremos ninguna imagen del EI porque rechazamos ser instrumentalizados por una estrategia mediática terrorista».
Periódicamente, el grupo terrorista, a través de sus productoras de televisión, especialmente Al-Hayat Media Center, inunda las redacciones de los medios occidentales de vídeos de sus «hazañas». ¿Información o propaganda?, ¿cómo publicarlas?, ¿cómo verificar su autenticidad o su procedencia? Los periodistas se sitúan ante un problema ético cada vez que algo así ocurre.
Según recogía el diario francés «Le Monde», Michel Field, responsable de informativos de la televisión pública francesa TF1, aseguraba que «aunque la norma impuesta es genérica, estudiamos cada caso, pero creo que se pueden dar noticias omitiendo determinadas imágenes. Antes de difundir un vídeo, nosotros tomamos medidas bastante drásticas, suprimiendo las escenas más desagradables y poniéndolo en su contexto».
Sin embargo, otras cadenas considerar que ese tipo de imágenes hay que mostrarlas. Es el caso de Hervé Beroud, director de informativos de la cadena gala de televisión BFM-TV: «Si no las ofrecemos podríamos generar una teoría del complot», asegura.
Lo que está claro es que el Estado Islámico tiene bien aprendida la lección y utiliza los más modernos medios para realizar sus vídeos: montaje y producción profesional, alta definición, drones para grabar imágenes aéreas... Como asegura Paul Moreira, reportero de guerra francés y responsable de la agencia Premières Lignes, «asistimos a la hollywoodización del terror».
Recientemente, el diario estadounidense «The Washington Post» entrevistaba a Abu Hajer Al Magrebí, uno de los cámaras de la productora del Estado Islámico, quien confeso que su sueldo ascendía a unos 700 dólares, un salario siete veces superior al que ganan la mayoría de los combatientes de este grupo terrorista, lo cual da una idea clara de la importancia que le da la organización a estas tareas.
Además, cada uno de estos cámaras utilizaría para realizar su trabajo una cámara Sony y un teléfono móvil Samsung Galaxy, aunque no son pocos los expertos que consideran que cuentan también con cámaras muchos más profesionales.
Y en cuanto a la cantidad, según la BBC, el Estado Islámico produciría mensualmente más de 1.100 piezas audiovisuales, lo cual explica que sean capaces de inundar las redacciones de material y que sea tan difícil resistirse a difundir dicho material.

Opinión:

Me gustaría contestar a la pregunta del titular con una respuesta concreta, pero es lógico pensar que habrá quien pensará que sí y quien pensará que no. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que hay víctimas de muchos atentados que todavía sufren cuando ven imágenes de atentado (y si es del suyo, para qué hablar) años después de ocurridos.

Pero a la pregunta del titular me gustaría contestar con otra pregunta. Un medio de comunicación publica una información y días después se les demuestra que es falsa. ¿Debería rectificar la información publicada? Entiendo que sí, pero La Razón entiende que no.

Por lo tanto, algunos deberían aplicarse el cuento.

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