jueves, 28 de abril de 2016

24 abril 2016 (2) La Vanguardia

24 abril 2016 



Minicomandos contra Europa
El Estado Islámico envía terroristas a la UE para atacar objetivos fáciles

Comandos compuestos por tres o cuatro terroristas con experiencia en combate están siendo entrenados por el Estado Islámico (EI) e introducidos en el espacio Schengen con la misión de atentar en Europa. Al mismo tiempo, otros comandos del mismo tipo ingresan igualmente en la Unión Europea (UE) pero para apoyar y reforzar células de propaganda y captación de nuevos muyahidines, según ha podido saber La Vanguardiade fuentes de la comunidad de Inteligencia europea. Estas fuentes también saben que, a causa de diversos factores, el flujo de simpatizantes que se suman el EI ha disminuido.
El Estado Islámico ha decidido aumentar su estrategia de terror entrenando grupos de tres o cuatro yihadistas experimentados en el uso de armas de guerra para hacerlos entrar en Europa con la orden de atentar contra objetivos fáciles. Es es decir, que sus acciones no supongan una larga preparación previa ni una gran logística, con el fin de que sus autores sean difíciles de detectar por la policía durante la fase de preparación. Las fuentes informantes consideran que los que vienen con la misión de atentar son más numerosos que los destinados a células de reclutamiento.
Estos comandos de bolsillo están formados por retornados. Es decir, por extremistas que en su día salieron clandestinamente de Europa u otros lugares para sumarse a la disciplina del EI y que, tras un largo periodo de entrenamiento bélico, regresan de incógnito para extender el ideario yihadista por la vía del terrorismo. La condición de ser occidentales o de haberse criado, estudiado o trabajado en Europa caracteriza a los retornados escogidos por el EI bajo el supuesto de que su perfil biográfico les ofrece la ventaja de conocer bien las costumbres occidentales, razón por la que sus líderes consideran que se camuflarán mejor que otros en la UE, subrayaron las citadas fuentes. Los grupos tienen orden de cometer atentados contra objetivos técnicamente denominados blandos. Una forma de expresar que no se trata de lugares o instituciones de difícil acceso o muy defendidas.
Este asunto se lleva internacionalmente con el máximo sigilo de tal suerte que los responsables de la lucha antiterrorista no ofrecen detalles, pese a que hace semanas que han detectado esta actividad yihadista. Sin embargo, el pasado martes día 19, las autoridades belgas lo comentaron sin enfatizar cuando dijeron que el Órgano belga de Coordinación para el Análisis de la Amenaza (OCAM) había “alertado del envío de nuevos combatientes del Estado Islámico hacia Bélgica y a otros puntos de Europa”. No obstante, tras este, quizá desliz, las mismas autoridades se apresuraron a cambiar de tema y explicar que mantenían para Bélgica el nivel 3 de amenaza terrorista –en una escala de 4– que supone que es “posible” y “verosímil” que se cometa un nuevo atentado. En el caso español, el nivel de alerta se mantiene desde hace meses en el grado 4 en una escala de cinco, lo que supone la máxima alerta policial y cierto apoyo militar limitado en la vigilancia de determinadas infraestructuras críticas.
La realidad es que el antiterrorismo de la UE maneja datos precisos acerca de que el EI y también Al Qaeda Central (AQC) pretenden mantener o aumentar la tensión terrorista en Europa y otras zonas del mundo durante lo que resta del 2016 y el próximo año, 2017. De hecho, los yihadistas tratan de incrementar o sostener sus acciones terroristas en Europa entre otros argumentos para compensar el probable freno a su expansión en Siria e Iraq causado por el empuje de la alianza sirio-rusa y las acciones de la coalición occidental.
El conocimiento de este plan del EI ha producido sus efectos, incrementándose dispositivos de vigilancia –algunos muy notorios y otros invisibles– en zonas que responden al ambiente en el que pueden desembarcar estos comandos y sus objetivos. Sobre estos despliegues no ofrecen más información por razones elementales de seguridad y eficacia.
Los nuevos mini grupos terroristas forman parte de la guerra global que impone el EI y llegan a Europa cruzando fronteras por diferentes cauces, entre ellos –pero sólo cuando les es muy favorable– camuflándose entre refugiados. No obstante, informan las mismas fuentes, aunque hay una probada ecuación entre el número de desplazados al EI y la amenaza terrorista, no la hay en función de los refugiados. “Cualquier evaluación que mezcle terroristas con refugiados es falsa”, dicen, pues los yihadistas quieren entrar rápidamente en Europa y no poner en riesgo su misión en barcos fletados por traficantes y contrabandistas o paralizados en fronteras de Grecia o Turquía.
Es sabido –siempre según las mismas fuentes– que estos terroristas buscan medios simples y eficaces para entrar en Europa, como son los transportes convencionales que combinan con el uso de pasaportes auténticos, robados y manipulados en sus identidades. En este sentido, se han detectado pasaportes manipulados principalmente originarios de Grecia y Siria y también otros robados a turistas en Europa, como es el caso de España cuya policía es pionera en la detección del uso yihadista de pasaportes sustraídos por delincuentes comunes en zonas turísticas. El asunto viene de muy lejos y en febrero del 2002 y también en agosto del 2014 este diario informó de la conexión entre la delincuencia común y la logística terrorista. Sobre este extremo se subraya la reciente aprobación del registro de pasajeros aéreos, Passenger Name­ Record (PNR), en inglés, que forma parte de las diversas medidas para detectar el movimiento de retornados y cómplices.
En una valoración de conjunto, los servicios de inteligencia europea consideran que toda Europa está en riesgo y que Francia ocupa un rango superior, lo que se observa a través de la propaganda yihadista que se ocupa constantemente de criticar y atacar al país vecino y sus dirigentes. En cuanto a otros riegos poco probables, los analistas manejan la amenaza –de grado medio– de atentados contra aviones comerciales, aunque sitúan esta opción preferentemente en áreas del Próximo Oriente donde los terroristas cuentan con mayor infraestructura para preparar atentados de envergadura. “Nuestros datos indican que sólo donde cuenten con grandes células de apoyo y se sientan más seguros tratarán de cometer atentados de envergadura y complejidad”, afirman los analistas.
Mientras tanto, los servicios antiterroristas constatan un estancamiento del flujo de voluntarios que acuden al EI. Pero no se trata de que haya disminuido el número de simpatizantes en la UE. Esta reducción de viajes hacia el EI obedece a varios factores: la eficacia policial –altísima en España– a la hora de detectar células de captación de yihadistas; la dureza de vivir en un EI en guerra y totalitario que comienza a ser temido entre algunos seguidores que tratan de desertar, y una limitación de entrada dictada por el propio EI que exige más conocimientos militares y que prefiere que una parte de sus voluntarios permanezcan en sus respectivos países de residencia. La intención de esta restricción de voluntarios es que se queden y formen células a las órdenes del EI. Es una forma, indican las citadas fuentes, “de intentar incrementar el ejército invisible de que disponen en Occidente”.

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