viernes, 1 de abril de 2016

31 marzo 2016 Diario Vasco (opinión)

31 marzo 2016



Errenteria, el laboratorio de la convivencia

El Ayuntamiento ha presentado un libro que enumera todos los asesinatos y episodios violentos en el municipio desde 1956 a 2012
La villa, símbolo de violencia en el pasado, impulsa diferentes iniciativas para cerrar heridas

De ser considerada en los ochenta la 'Belfast vasca', Errenteria ha pasado a convertirse ahora en un símbolo de paz. La localidad que en los años de plomo era escenario casi diario de incidentes y atentados parece, en esta nueva Euskadi sin violencia de ETA, un pequeño laboratorio de iniciativas integradoras entre todos los partidos y sensibilidades para superar el pasado y construir «la convivencia presente y la reconciliación futura». Con ese objetivo, el Ayuntamiento de la villa ha editado un libro titulado 'Hacia una memoria compartida', que recopila detalladamente todas las violaciones de derechos humanos y hechos violentos acaecidos en el municipio desde 1956 a 2012.
Esta especie de inventario, presentado en noviembre y respaldado en la anterior legislatura por todos los partidos sin excepción (en la actual el PP se quedó sin representación), recoge cientos de episodios violentos de todo tipo. Se recopilan desde asesinatos de ETA a crímenes de los GAL; desde graves ataques de kale borroka a abusos de las fuerzas de seguridad; desde insultos y amenazas a violaciones de mujeres. El libro, elaborado por la asociación pro derechos humanos Argituz, recoge testimonios de alcaldes y concejales errenteriarras de todas las sensibilidades, desde la izquierda abertzale al PP, pasando por PSE-EE y PNV, y propone en su parte final la creación de un «espacio memorial» en el municipio para explicar la historia reciente y no olvidarla, con el objetivo de evitar que vuelva a repetirse.
Errenteria hace tiempo que dejó de ser la 'pequeña Manchester', ese municipio industrial y gris, con graves problemas económicos y atravesado por una N-I que era escenario constante de barricadas que impedían el paso a los autobuses que recorrían la ruta entre Donostia e Irun. Ahora, es una ciudad moderna y más desarrollada, peatonalizada, con su variante y sus centros comerciales y culturales. Y sobre todo, es una ciudad que trabaja por el encuentro entre diferentes. Su alcalde, Julen Mendoza (EH Bildu) y el resto de partidos, PSE-EE, PNV y PP, llevan tiempo intentando cerrar las cicatrices de la violencia a través de distintos actos que han reunido a víctimas de ETA, los GAL o los abusos policiales.
El último de ellos se celebró el pasado 10 de noviembre, día de la Memoria, con la presentación de este trabajo documental en un abarrotado centro cultural Niessen y con presencia, de nuevo, de todas las formaciones representadas en el consistorio.

Memoria colectiva

La obra recoge episodios que han quedado grabados en la memoria colectiva de todos los vascos. Habla del niño Alberto Muñagorri, mutilado en 1982 al golpear una bolsa con una bomba de ETA dirigida contra Iberduero, y que fue arropado por Arconada y los jugadores de la Real campeona; del cartero José Antonio Cardosa, muerto en 1989 al explotarle una carta bomba dirigida a un militante de HB; del ertzaina quemado por cócteles molotov Jon Ruiz Sagarna; del asesinato del edil del PP Zamarreño, apenas seis meses después de sustituir al también asesinado Caso. También recoge otros pasajes más desconocidos, como las violaciones a mujeres jóvenes de entre 14 y 18 años a manos de miembros de grupos de la ultraderecha española en 1979 y 1980, o los numerosos heridos de bala durante intervenciones policiales a finales de los setenta para disolver manifestaciones.
En total, 28 asesinados y 310 heridos. Además, se contabilizan 36 autobuses calcinados y numerosos ataques a entidades bancarias, estaciones de Euskotren, coches de matrícula francesa (un tipo de acción que proliferó bastante en las épocas duras) o incendios de viviendas de concejales y sedes de partidos. También se recogen 337 denuncias de torturas de detenidos por las Fuerzas de Seguridad del Estado, un récord en el País Vasco. El libro de Argituz, que ha sido elaborado por sus miembros Sabino Ormazabal y Bertha Gaztelumendi, se divide en tres periodos: el final de la dictadura (1956-1975), la Transición (1976-1978) y el periodo democrático (1979-2013).
Desde entonces, los hitos son en sentido contrario y hablan de encuentro y convivencia. Quizás el símbolo del nuevo tiempo que se ha abierto en Errenteria lo constituya, de hecho, la reapertura de la casa del pueblo socialista de la localidad, que con 27 sabotajes de kale borroka desde su inauguración en 1983 sea, quizás, la sede más atacada de la historia de Euskadi. El 30 de marzo de 2012, casi medio año después del cese definitivo de la violencia de ETA, el PSE-EE quitó los barrotes de las ventanas colocados como medida de seguridad y abrió el lugar a toda la ciudadanía. Y allí estuvo Mendoza, el alcalde de la izquierda abertzale que había vencido un año antes en las urnas a los socialistas tras tres décadas en el poder.
El secretario general del PSE-EE de Gipuzkoa, Iñaki Arriola, no dudó en señalar que Mendoza era «bien recibido», aunque también le relató el sufrimiento padecido por los socialistas en todos esos años y le afeó la postura histórica de la izquierda abertzale. Un año después, el regidor de EH Bildu reunió a víctimas, familiares de presos y partidos en las jornadas Eraikiz y expresó un «lo siento de todo corazón» a las familias de los asesinados por ETA, entre ellos la viuda del edil popular Caso, Juana Pérez. Meses más tarde, todos los partidos se interesaron por la situación de Aitzol Gogorza, preso de ETA de la localidad que sigue encarcelado pese a padecer una grave enfermedad. También el entonces edil del PP Chema Herzog cuestionó la dispersión de los presos, en un conocido programa de televisión. Está pasando en Errenteria.

Opinión:

Evidentemente estaré siempre de acuerdo en todos aquellos actos que ofrezcan un reconocimiento a quien haya sufrido un acto terrorista. Pero hay algo en la información de mi amigo Jorge Sáinz que me sorprende gratamente: ver a la viuda de un concejal del PP hablando con el alcalde de Bildu…

¿Dónde están ahora los que masacraban a las víctimas que hemos trabajado siempre por conseguir el fin del terrorismo? ¿Dónde están ahora los que insultaban a las víctimas que poníamos de nuestra parte para evitar más sufrimiento? ¿Dónde están los que esconden ciertos encuentros mantenidos como si nunca hubieran existido?

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