sábado, 17 de junio de 2017

17 junio 2017 (2) El Correo

17 junio 2017



El listón del horror que ETA superó en Hipercor

La bomba colocada por la banda terrorista en el parking de un hipermercado de Barcelona causó 21 muertos, 45 heridos y destrozó a cientos de familias. Cinco miembros relevantes de la política y el pacifismo en aquellas fechas reflexionan sobre las consecuencias de un brutal atentado que, meses después, derivó en la firma del Pacto de Ajuria Enea
HAce treinta años ETA sembró el terror en Barcelona. Una furgoneta cargada de explosivos y colocada en el parking del Hipercor de la Avenida Meridional deflagró poco después de las cuatro de la tarde del sábado 19 de junio de 1987, cuando el centro comercial se encontraba repleto de familias que realizaban sus compras sin sospechar, ni por asomo, que un hecho tan cotidiano pusiera en peligro sus vidas. La banda terrorista superó su propio listón del horror aquel fatídico día al perpetrar un atentado en un hipermercado, algo que hasta entonces parecía inimaginable. Veintiún personas fueron asesinadas en aquella masacre, en la que 45 ciudadanos resultaron heridos. Cientos más que cargaban los carros de la compra, se disponían a coger sus vehículos o se tomaban un café jamás olvidarán aquel fatídico día.
Cinco miembros relevantes del mundo político y del pacifismo en aquellas fechas recuerdan la repercusión del atentado, que desencadenó unos meses después en la firma del Pacto de Ajuria Enea, sellado el 12 de enero de 1988. El lehendakari, Iñigo Urkullu, asiste este lunes en Barcelona a un acto en homenaje a las víctimas.

JOSEBA ARREGI
Exportavoz del Gobierno vasco

«Hipercor es un símbolo de lo que ETA era capaz»
«Uno de los atentados más brutales de ETA. Ha quedado en la memoria como símbolo de la voluntad de ETA de disponer de la vida de los que rebajaba a la categoría de simples instrumentos para imponer su proyecto de una Euskadi independiente y socialista. Hipercor como símbolo de lo que la banda armada era capaz. Y como siempre que ha asesinado ETA, Hipercor como símbolo de la incapacidad de la sociedad vasca y/o española para ubicar sus crímenes en su dimensión correcta.
Unido a la memoria del atentado de Hipercor queda la memoria de los esfuerzos de la propia ETA por rebajar la gravedad de su atentado, inculpando a quienes no habían evacuado el centro a pesar de haber sido avisados. Como si ello desdibujara su responsabilidad. Como si ello quitara ni un gramo de responsabilidad a la voluntad de ETA de servirse de vidas como instrumentos para alcanzar fines políticos de nacionalismo radical. Como si ello eliminara la gravedad de querer alcanzar la Euskadi independiente por medio de crear miedo y terror.
Y las dudas de muchos porque creían que ETA era más seria, más profesional y solo mataba de forma discriminada. Como si matar discriminadamente no produjera terror en el grupo al que pertenecía la víctima asesinada. Siempre dudas, siempre rebajas, siempre explicaciones para no admitir en toda su gravedad el significado del terror político de ETA: que mataba por un proyecto nacionalista radical, revestida de barniz socialista, y que mataba para aterrorizar a la población y tratar así de condicionar la voluntad de los responsables políticos para que accedieran a sus deseos. Y seguimos con las mismas dudas en vez de admitir la verdad de la historia de ETA, uno de cuyos eslabones fue y deberá seguir siendo en la memoria, Hipercor».

RAMÓN JÁUREGUI
Exvicelehendakari

«Supuso un estallido interno en la izquierda abertzale»
«Llevábamos cuatro meses de Gobierno de coalición PNV-PSE cuando se produjo el atentado. El impacto fue brutal. Supuso un ‘in crescendo’ terrorista terrible. Hipercor tuvo consecuencias muy graves y en muchos ámbitos. En el de la propia ETA. Provocó un estallido interno en la izquierda abertzale. Supuso el principio de la discrepancia en el brazo político de ETA, que era Batasuna. Desde el punto de vista de la política española, la conmoción fue tremenda.
El Gobierno sintió que temblaban los pilares de la estabilidad del país. El propio presidente, Felipe González, pidió a Txiki Benegas –entonces consejero de Interior del Consejo General Vasco– que coordinase el gran pacto antiterrorista de Madrid, que se consiguió cuatro meses después del atentado. En Euskadi, la reacción más importante fue el pacto de Ajuria-Enea –que cayó como fruta madura tras Hipercor– que también fue consecuencia del pacto de Madrid y, sobre todo, de la apuesta política que habíamos hecho los socialistas vascos por la coalición con el PNV. Porque, aunque nunca lo hemos dicho de manera clara, nosotros siempre fuimos los defensores del ‘frente democrático antiterrorista’. Esta expresión fue un eslogan del PSE desde la Transición, siempre empeñados en superar la división que sufría la sociedad vasca entre nacionalistas y no nacionalistas, y era imprescindible incorporar a la ciudadanía la línea divisoria entre demócratas y terroristas.
Era importante, por tanto, incorporar el nacionalismo democrático a la lucha por la deslegitimación del terrorismo. Hasta el 87, la lucha contra ETA estaba practicada en solitario por las fuerzas policiales. No había soporte social ni comprensión. Y eso tenía que cambiar».

PATXI ZABALETA
Exmiembro de la Mesa Nacional de HB

«Esta acción indiscriminada deterioró la imagen de ETA»
«En el origen de la lucha armada de ETA hubo impulsos ideológicos, que encuadraron su imagen como organización y la valoración política, y los sentimientos sociales hacia dicha lucha. ETA era una organización de resistencia contra la dictadura franquista; era también una reacción contra la ineficacia de la oposición a la dictadura por el PNV y de los partidos republicanos estatales; era una continuación en la estela de lucha armada marcada por los guerrilleros de la resistencia contra Franco...
Todo ello enmarcó la lucha armada como una confrontación violenta contra un régimen injusto y determinó que los objetivos de las acciones tenían que ser discriminados y selectivos contra dicho régimen. Por tanto, no podían justificarse atentados violentos indiscriminados contra la población civil. Se teorizaba como un modelo de lucha cuyo objetivo no era originar el terror en la sociedad sino buscar su adhesión y aparecer como su defensor; frente a los atentados de extrema derecha, como los producidos en Italia en aquel tiempo que pretendían crear la sensación de inestabilidad generalizada para justificar el intervencionismo militar que, claro, en España estaba vigente. Por eso ETA rechazaba ser calificada como organización terrorista.
Toda esa teoría se vino abajo con el atentado de Hipercor por su carácter indiscriminatorio. Aquella acción armada, además del impacto humano, puso sobre la mesa el agravante de la indiscriminación. Era un salto cualitativo. Aunque con posterioridad se supo que había habido aviso previo a la policía, el deterioro de la imagen estaba materializado y duraría hasta los debates del atentado del 11-M y de la T-4. Aunque la discriminación no justifica la lucha armada desde la perspectiva de los derechos humanos y los policías, soldados o agentes víctimas de la violencia son tan personas como los ajenos a la lucha, lo cierto es que éste debate es transcendental tanto para la lucha ideológica como para todos los terrorismos, incluido el del Estado Islámico, como para la terminación sin presos políticos y con satisfacción a las víctimas de la historia de ETA».

KEPA AULESTIA
Ex secretario general de Euskadiko Ezkerra

«Fue como una pesadilla lejana a la que no quería regresar»
«Estaba en Lisboa cuando se produjo el atentado de Hipercor, y aquella espantosa noticia me resultó increíble; como una pesadilla lejana hacia la que no quería regresar. Eran tiempos en los que no se hablaba de las víctimas, y había notables resistencias a denominar terrorismo a lo que los vascos nos referíamos como violencia. Una semana después se celebró un funeral multitudinario frente a la catedral de Barcelona. Me acompañó la escritora Montserrat Roig. El sentimiento de culpa era inevitable porque aquella matanza fue exportada desde Euskadi. La coartada de que el comando había advertido de la inminente explosión, y que la Policía no hizo caso al aviso funcionó entre quienes deseaban disculpar a ETA tan arriesgada acción para sus intereses.
El atentado de Hipercor fue calificado de ‘salto cualitativo’, y despertó la vana ilusión de que la izquierda abertzale no iba a poder digerir aquella barbaridad. Pero los siguientes ‘saltos cualitativos’ de ETA –incluido el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco– demostrarían que precisamente los atentados más brutales contribuían a impermeabilizar y cohesionar su ‘mundo aparte’. Hipercor y el posterior atentado contra el cuartel de la guardia civil de Zaragoza empujaron a la gestación del «bloque democrático» en torno al Pacto de Ajuria-Enea. Ante todo pesó la necesidad de establecer un ‘cordón sanitario’ frente a la incontrolable espiral en la que la banda armada había encerrado a la izquierda abertzale»

TXEMA URKIJO
Fundador de Gesto por la Paz

«Aceleró mi conciencia de tomar parte activa contra la violencia»
«El impacto que me provocó en el ámbito personal un atentado de tal magnitud como el de Hipercor fue el de acelerar de una manera muy intensa mi proceso de concienciación y de mentalización para hacer algo, para tomar parte activa y reaccionar en contra de una violencia terrorífica. Y, de hecho, apenas unos meses después, contribuí a la constitución de Gesto por la Paz de Llodio y a su integración en la coordinadora de Bilbao. El horror de un atentado que hizo que incrementara la participación de una parte de la sociedad destrozada por el terror de ETA en la militancia pacifista. Y en el plano más político, recuerdo que aquellos días se conoció por primera vez, aunque fuera con la boca pequeña, la disensión interna con respecto a la violencia de ETA que había surgido en el mundo de la izquierda abertzale. Fue la primera vez que yo fui consciente de que existían dichas discrepancias. Es decir, se hizo público que había sectores y personas en el seno de Herri Batasuna a las que ese atentado les supuso un antes y un después frente a la estrategia político militar, como ellos la denominaban. Creo que esta fue una de las reacciones más significativas del atentado más sangriento de la historia de ETA».


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